La calidad y la
óptima frecuencia de la alimentación son primordiales.
El caballo en la
naturaleza puede destinar hasta 18 horas del día a ingerir su alimento. Al
tenerlo estabulado, pretendemos que coma a la manera del humano adulto, dos
veces por día, pero su tubo digestivo no está preparado para soportar la
sobrecarga, por lo tanto ese cambio provoca un estrés permanente de su sistema
digestivo, creando una situación totalmente favorable a la aparición del
síndrome cólico.
Ø Raciones mal balanceadas!
Debemos respetar el
mínimo y máximo de fibra y grano respectivamente en toda ración. En la alta
competencia, la necesidad de mejorar el rendimiento deportivo hace abusar de
los alimentos energéticos, como los granos, lo cual da lugar a otra situación
que propicia la aparición del trastorno. También influye el alto costo del
fardo o del heno y muchos propietarios prefieren dar uno de mala calidad a
expensas de la salud de su caballo.
Ø Alimentos en mal estado.
El caballo es
altamente selectivo en lo que come: se podría decir que cuenta con un paladar
exquisito y por lo general sabe lo que debe comer y lo que le hace mal. De
todas modos, existen situaciones en las que no tiene más remedio que ingerir lo
que encuentra a su alcance, por ejemplo, granos de segunda (con suciedad,
presencia de cuerpos extraños, malezas, etc.) o heno de segunda (mala calidad
de la pastura, enmohecido, etc.). Nuevamente, depende de nosotros que tenga a
su disposición aquello que lo favorezca.
Los cambios bruscos
en los horarios, en la cantidad y/o calidad de la ración son nefastos para
nuestro caballo.
Toda modificación en
la rutina alimentaria (horarios – frecuencia – calidad) se debe introducir de
manera paulatina y graduada en forma creciente, sobre todo cuando aumentamos la
cantidad de granos.
Los horarios se deben
respetar, al igual que el modo en que administramos los granos, húmedos o
secos.
Un pobre consumo de
agua, o la ingesta de agua helada pueden inducir un cólico.
En caso de que el
líquido sea administrado de forma no automática, ocurre muchas veces
-desafortunadamente, más de las que nos imaginamos- que los encargados del
cuidado del animal se olvidan de proporcionar agua en algunas de las,
generalmente, dos raciones diarias. Entre otras cosas, esto nos trae un bolo
alimenticio seco, ayudando a la constipación del caballo.
El exagerado consumo
de agua después de un ejercicio extremo tampoco es adecuado.
Existe una patología
denominada “intoxicación hídrica”. Sí: aunque parezca mentira, la desesperación
con que puede beber un animal recién terminado su ejercicio puede hacer que se
desencadene una perturbación. Después de la preparación del caballo, debemos
esperar al lo menos dos horas antes de darle de beber.
La enteritis,
o inflamación de la mucosa del intestino, engloba cuadros que tienen diversos
orígenes.
Pueden ser
bacterianas, virales, tóxicas o parasitarias. Los responsables del animal
intervenimos casi directamente sobre las tóxicas y parasitosis; las primeras
suelen ser provocadas al recibir alimentos en mal estado -con presencia de
toxinas-, las segundas se generan al aplicar un mal plan sanitario referido a
la desparasitación estratégica anual.
El estrés y los
Parásitos
Las gastritis y/o úlceras también
ocasionan cólicos a nuestros animales. La inflamación de la mucosa del estómago
(gastritis) puede terminar en una llaga o lastimadura, llamada úlcera
Existen otras causas
predisponentes que favorecen la aparición de cuadros clínicos determinantes de
un cólico.
Espasmos: La
irritación intestinal, provocada por parasitosis, alimentos en mal estado o
contaminados con hongos es la principal causa de espasmos.
Flatulencias: La
ingesta de alimentos muy fermentables ocasiona un acumulo de gas.
Desplazamientos
intestinales: El peristaltismo, o movimiento intestinal, puede hacer que
tengan lugar distintas anomalías, como torsiones (giro sobre su propio eje
longitudinal), intususcepciones (se mete dentro de sí mismo),
estrangulamientos, etc.
Ante cualquiera de
estos trastornos y como un mecanismo de defensa, el organismo reacciona
alterando la motilidad intestinal hasta llegar a detenerla por completo. Así
comienzan a acumularse en su interior alimentos, líquido y gas, provocando la
dilatación de los órganos digestivos y produciendo dolor.
“mejor prevenir que
curar”
Estas son algunas de
las normas que conviene poner en práctica para proteger la salud de los
caballos y alejar la posibilidad de cólico:
- Desparasitar periódicamente.
- Fomentar el uso de comederos y evitar que coman su ración directamente del suelo.
- Dividir las raciones de granos en porciones pequeñas -tres o más por día-.
- Dar más pasto que granos.
- Revisar Periódicamente el estado de los dientes
- En caso de transporte, evitar dar granos; en lo posible, proporcionarle pasto verde o fardo. También es importante ofrecerle suficiente agua antes, durante y después del traslado.
- Realizar en forma paulatina cualquier cambio en la rutina del animal, tanto en su dieta como en el trabajo que hace.
- Darle agua fresca y alimentos en forma regular. En caso de alimentar con granos, suministrar primero pasto o agua, y luego el grano.
- Mantener un esquema sistemático de alimentación. Cuantas más veces al día se alimente a los caballos menor es el riesgo de que los afecte un cólico.
- Ejercitar con frecuencia a los animales.
- Evitar el encierro y toda situación estresante en general.
- Jamás dejar un caballo un día entero sin sacar de su box, la lluvia no es excusa, el único imponderante puede ser nieve o extremado frío.
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